lunes, 11 de mayo de 2009

Futura evolución humana

¿Qué nos aguarda en el futuro? ¿Qué derroteros evolutivos seguiremos? Es dificil contestar a estas preguntas pero se puede especular con varias alternativas. Posibles tendencias evolutivas
Una de estas alternativas es el hombre espacial (”Homo espacialis”). Hemos visto como la especie humana tiende, como todo ser vivo, a multiplicarse y a expandirse. Surgió en África, conquistó el continente, luego se extendió a Eurasia y por último a las Américas. Actualmente es la especie de vertebrado dominante en toda la Tierra; sus medios de comunicación son tan poderosos, que ya no existen ni distancias, ni barreras geográficas entre las diferentes poblaciones humanas; esto a la larga, traerá cada vez más una mayor uniformidad entre los pueblos, ya que estos se hibridan entre sí y las razas humanas tenderán a uniformarse. En la segunda mitad del siglo XX, el hombre se ha lanzado a la conquista del espacio… La Tierra se le queda pequeña. A finales de los 60 comenzó por ir a la Luna; todavía no ha pisado otros planetas pero ya ha mandado sondas espaciales hasta los planetas más alejados del Sistema Solar y está recogiendo información de éstos y de lugares más alejados del Universo, utilizando telescopios en órbita como el Hubble. Ya se han descubierto más de noventa planetas extrasolares (algunos, de un tamaño similar a La Tierra) y un sistema planetario similar al nuestro, y se calcula que puede haber con facilidad vida inteligente en nuestra galaxia y por supuesto en otras. (Es probable que la inteligencia sea un proceso evolutivo natural de ciertas formas de vida, siempre y cuando se den las condiciones ambientales necesarias y el tiempo suficiente). El proyecto SETI trata de detectar señales de esta vida. Se está trabajando en fletar estaciones espaciales habitadas y en un futuro no muy lejano se pretende enviar hombres a Marte. Así que es de esperar, que una parte de la población humana colonice el espacio, a más o menos plazo, en estaciones espaciales permanentes, a modo de ciudades orbitales, o bien en planetas del Sistema Solar como Marte, una vez acondicionado o bien satélites como la Luna o de los planetas gigantes como Europa, Ganímedes, Calixto, Titán, etc.; y en un futuro más lejano puede que explore otros sistemas estelares… Según el profesor Gaetano Rotondo, experto en medicina aeroespacial, “”nuestros nietos no tendrán la vida en las estrellas nada fácil: su físico cambiará y tendrán que aprender a desenvolverse sin fuerza de gravedad. Sufrirán por lo tanto una adaptación tan drástica que al regresar a la Tierra su adaptación será difícil. La primera modificación y la más evidente afectará a la distribución de los líquidos corporales. Unos dos litros de sangre se trasladarán de las piernas hacia el tórax y la cara. De manera que la cara será más redondeada y los párpados tenderán a hincharse, confiriendo un aspecto asiático al rostro. Los ojos se enrojecerán y las venas faciales se dilatarán. La nariz estará más congestionada. La frente y el rostro tendrán venas dilatadas. El cerebro será más grande y con una mayor irrigación sanguínea. El cuello, los brazos y las manos también tenderán a aumentar de tamaño, mientras que los músculos de las piernas se hipertrofiarán, al no tener que vencer la fuerza de la gravedad para caminar, con lo que adoptarán el aspecto de patas de gallina. El tórax será más corto, porque el diafragma subirá, empujando al corazón, que será más pequeño, hacia una posición horizontal. El abdomen será menos voluminoso, la espalda perderá las curvas fisiológicas y aumentará el espacio entre las vértebras, con lo que ganaremos un par de centímetros de altura. Desaparecerá la curva de los glúteos y esto, unido a la atrofia de los músculos de las piernas, podrá provocar problemas psicológicos de identidad y adaptación en las mujeres, a causa de la reducción de las diferencias físicas con los hombres. Desaparecerán las arrugas, ya que los tejidos estarán más turgentes; en particular los pechos se mantendrán siempre firmes y no se formarán las venas varicosas. La ausencia de la gravedad provocará también una descalcificación de los huesos, pero la fragilidad ósea se verá presumiblemente compensada por una menor frecuencia de fracturas y lesiones traumáticas por caídas. Se reducirá la masa de glóbulos rojos y de hemoglobina, dando lugar a la llamada anemia espacial. Por otro lado si una población humana abandona la Tierra para vivir en el espacio, tras un periodo relativamente largo de aislamiento, estos individuos, o al menos buena parte de esta población, tenderán a parecerse mucho entre sí. Será un caso claro de deriva génica y aislamiento geográfico-espacial. Tras un periodo largo de permanencia en el espacio es posible que los genes de los individuos hayan sufrido una cantidad tal de mutaciones, recombinaciones y adaptaciones al medio que surja una nueva especie y estos humanos espaciales no puedan reproducirse de nuevo con terrestres.

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