domingo, 10 de mayo de 2009

La evidencia más antigua de homo sapiens en Europa

Los primeros 'sapiens' europeos llegaron a las frías tierras rusas hace unos 45.000 años. Fue en la región de Kostenski, a las orillas del río Don -a unos 350 kilómetros al sur de Moscú- donde estos humanos ya modernos, capaces de fabricar herramientas complejas, se asentaron tras un viaje de miles de años desde África, según revelan sendos estudios de paleoantropólogos rusos y estadounidenses publicados en la revista 'Science'. Para sostener su teoría, los científicos han datado con gran exactitud herramientas encontradas en estos yacimientos, que se extienden por más de 30 kilómetros a la orilla del río. Allí se excava sin cesar desde la década de los 50, y aunque la cantidad de restos humanos encontrados es muy escasa -principalmente, dientes sueltos- los paeontólogos sí han hallado multitud de restos que permiten denominar a estos humanos como "modernos", capaces de hacer tareas relativamente complejas, como coser pieles de animales para protegerse del frío. Los seres humanos modernos aparecieron en África, al sur del Sáhara, hace 200.000 años, pero no fue hasta casi 100.000 años después cuando comenzó su dispersión hacia el continente euroasiático. "Lo que no esperábamos era que esos hombres procedentes de lo que posiblemente eran zonas tropicales de África se hayan establecido en uno de los lugares más fríos y áridos de Europa", señaló John Hoffecker, de la Universidad de Boulder en Colorado y uno de los responsables del estudio. Y es que las pruebas realizadas a los fósiles encontrados en el río Don son concluyentes: se puede confirmar la presencia de humanos modernos en esa zona hace entre 42.000 y 45.000 años. La hipótesis más plausible es que hasta estas frías tierras rusas no llegaran los neandertales que colonizaban en esa época el sur de Europa "porque estos 'sapiens' venidos de África eran mucho más desarrollados". Tanto, como que entre sus utensilios se han encontrado agujas utilizadas para coser pieles con las que protegerse del frío, o primitivas trampas con las que podían cazar conejos árticos o pequeños zorros, que formaban parte de su dieta habitual.
Durante la excavación, de la que formaban parte también los científicos rusos Mijail Anikovich y Andrey Sinitsyn, de la Academia Rusa de Ciencias, encontraron piedras, huesos y herramientas, así como ornamentos hechos con conchas de moluscos y una pieza tallada en marfil de un mamut que parece ser una figura humana y que representaría la primera muestra de arte figurativo del mundo. Otra prueba de su inteligencia y destreza es que, según el estudio, buena parte de las piedras utilizadas para crear los utensilios habían sido traídas desde lugares a entre 90 y 150 kilómetros de distancia. De más lejos venían las conchas perforadas utilizadas como ornamento, que provienen del Mar Negro, a casi 500 kilómetros de la zona. "Aunque los restos humanos recogidos en los primeros niveles de la excavación se limitan a algunos dientes, que son difíciles de asignar a algún tipo humano específico, estos artefactos son, sin lugar a duda, el trabajo de seres humanos modernos", señaló Hoffecker.
Las herramientas fueron encontradas enterradas bajo una densa capa de ceniza volcánica. "El hecho de estar bajo esta capa de sedimentos volcánicos ha permitido que sea mucho más fácil su datación, puesto que permite no sólo utilizar técnicas como el Carbono 14, sino otras mucho más fiables en restos de esta antigüedad". De hecho, los paleontólogos utilizaron el método de "luminiscencia óptica estimulada" para determinar el tiempo que los materiales estuvieron expuestos a la luz del día, así como el "fechado paleomagnético", que se basa en los cambios conocidos en la orientación e intensidad del campo magnético terrestre.
Información recopilada por: Laura.

Los hallazgos en Atapuerca acercan el sapiens al antecessor

Las manos de los distintos homínidos que habitaron en Atapuerca (Burgos) hace entre unos 800.000 y 350.000 años eran tan hábiles como las nuestras. El conjunto de huesos que permiten el habla tampoco era significativamente distinto del nuestro. Así pues, no habría diferencias morfológicas importantes que explicasen una mayor inteligencia.
El estudio de las manos de los distintos homínidos que habitaron en Atapuerca (Burgos) hace entre unos 800.000 y 350.000 años revela que aquellos homínidos eran tan hábiles como nosotros. Sus manos eran más robustas, más fuertes y más capacitadas para agarrar objetos con fuerza. Pero no por ello sus habilidades para manipular objetos eran menores que las nuestras. Tenían nuestro mismo repertorio de movimientos manualesÉsta es una de las principales conclusiones de un estudio inédito del investigador Carlos Lorenzo, del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, y miembro del equipo de Investigación de Atapuerca, que es además el trabajo más completo realizado hasta ahora sobre la evolución de la mano humana.El estudio se basa, fundamentalmente, en los fósiles encontrados en la Sierra de Atapuerca, en los yacimientos de Gran Dolina y la Sima de los Huesos. Se han estudiado cerca de 500 restos de mano de diferentes especies de homínidos.
Pero las manos no son el único parecido. Según otra investigación que también parte de los hallazgos de Atapuerca, y que ha dado pie a un artículo aparecido en 'Journal of Human Evolution' el sistema fónico era similar.En el yacimiento de Atapuerca se han encontrado dos huesos denominados 'hioides', los cuales desempeñan un papel fundamental para la articulación de sonidos. Según indica Ignacio Martínez Mendizabal, uno de los autores del estudio, debieron pertenecer a dos individuos adultos; uno de los cuales con seguridad sería una mujer.La importancia del hallazgo estriba en que son los hioides del género Homo más antiguos conocidos: unos 500.000 años. De su comparación con los hioides de chimpancés, gorilas, humanos modernos, y los tres hioides fósiles (pertenecientes a australopithecus y neandertales mucho más recientes) se desprende una conclusión fundamental: la garganta de aquellos humanos era similar a la nuestra y, en consecuencia, produciría los mismos sonidos.
Por supuesto, esto no asegura que aquellos homínidos hablasen; pero, al menos refuta que hubiera algún impedimento anatómico para que lo hicieran.
Información recopilada por: Laura.

El ancestro mas antiguo de monos y humanos

El antepasado más antiguo de los monos, los simios y los humanos vivió en el norte de África hace 29 millones de años, tenía un cerebro más pequeño de lo que hasta ahora se pensaba y la diferencia en el tamaño de ambos sexos era muy grande, lo que se relaciona con un tipo de estructura social en el que convivían en el mismo grupo varios machos y hembras. Todo ello ha podido averiguarse gracias al estudio de un cráneo de la especie Aegyptopithecus zeuxis, realizado por investigadores de la Universidad de Duke.El cráneo, el segundo que aparece de este extinto animal y el más completo, fue encontrado en el año 2004 en la depresión de Fayum, una región en el centro de Egipto, pero ha sido ahora cuando el equipo dirigido por Elwyn Simons, de la División de Primates Fósiles de la universidad americana, ha identificado la especie utilizando el micro-escáner CT, una técnica de rayos X computerizada que sirve para calcular las dimensiones del cerebro una vez encajonado en un cráneo.El primer cráneo A. zeuxis fue encontrado por Simons en 1966, también en Egipto, y por sus características y antigüedad (unos 30 millones de años y más) se considera el antepasado común de la familia Hominoidea (la de los simios y el ser humano) y la de los monos. Por lo que se ha logrado averiguar, se trataba de un animal que vivía en los árboles, aunque podía andar a cuatro patas en el suelo. En aquella época, el temprano Oligoceno, la desértica región de El Fayum era una auténtica selva tropical.Este primer cráneo y otros fragmentos dieron origen a la hipótesis de que el cráneo de este antiquísimo mono habría tenido un cerebro grande en proporción a su cuerpo, lo que cuadraba con la teoría según la cual la evolución se relaciona con el aumento de este órgano.Sin embargo, Simons y sus colegas han encontrado ahora que es mucho más pequeño de lo que se pensaba (entre 20,5 y 21,8 centímetros cúbicos). "Esto significa que el gran cerebro de los monos y los simios se desarrolló más tarde", señalan los investigadores en sus conclusiones en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS). Tan significativo fue el cambio de tamaño que al principio pensaron que se trataba de una nueva especie.Tras comparar los dos cráneos, ambos de ejemplares muy jóvenes, comprobaron que había un gran dimorfismo en la especie, es decir, que los machos doblaban en tamaño a las hembras. "Los primates diurnos modernos con grandes diferencias entre géneros forman manadas de multimachos y multihembras de unos 15 individuos. Luego el Aegyptopithecus debía tener un grupo social amplio que rechazaba a los no miembros", afiman los paleontólogos de EEUU. Otra peculiaridad es que su corteza visual era de gran tamaño, lo que implica que tenían una visión muy aguda, "algo muy característico de los antropoides". Por su órbita ocular se sabe también que era un animal diurno.Manuel Domínguez-Rodrigo, paleontólogo de la Universidad Complutense de Madrid que trabaja en la Garganta de Olduvai (Tanzania), destacaba ayer la importancia de estos hallazgos: "Es el antepasado común más antiguo de todos los monos, simios y humanos y este análisis ha detectado que los primates, en su origen no tenían un cerebro grande, sino que éste fue un desarrollo posterior, al margen de la adaptación a los árboles y al cálculo de las distancias. Hace 20 millones de años, ya había primates con grandes cerebros, luego algo debió de ocurrir y pudo ser el procesamiento de información que precisa el saltar de un árbol a otro".Su colega Jordi Agustí, investigador en el ICREA del Instituto de Paleoecología Humana de Tarragona, cree que Simons y sus colegas han dejado abiertas varias preguntas. "La especie tenía el lóbulo frontal pequeño y un cráneo que lo aproximan a los lemures, luego entre este grupo y sus sucesores (hace 23 millones de años) hay un vacío evolutivo y morfológico. Además, significa que los cerebros de los monos de Sudamérica y Africa aumentaron de forma independiente", asegura. Agustí también cree que algo pasó en el Mioceno para que el cerebro comenzara a crecer. "En Africa pudo ser el choque en la plataforma de Eurasia o un cambio en el clima, pero nos faltan fósiles de hace 28 millones para poder saberlo con certeza".
Información recopilada por: Laura.

El eslabón perdido de la evolución humana: Fósiles de cuatro millones de años de antigüedad hallados en Etiopía

Los investigadores que estudian el descubrimiento afirmaron que los dientes y huesos de ocho individuos revelan la existencia de vínculos entre los homínidos que vivieron hace 3,5 millones de años y los primeros ancestros humanos. Tim White y sus colegas de la Universidad de California en Berkeley, quienes desenterraron los fósiles en la región de etiope de Asa Issie, describen su hallazgo en la revista Nature. Allí explican que las piezas forman parte de la especie Australopithecus anamensis, un ancestro de los homínidos. Los individuos descubiertos ayudan a cerrar la brecha que existía hasta el momento entre la primera fase de especies pre-humanas y los fósiles homínidos hallados en Etiopía, conocidos como el grupo de Lucy. De dónde venimos Se cree que nuestra especie, los Homo, evolucionó a partir del grupo que descubrieron los científicos estadounidenses. Se considera que la relación del Australopithecus con los homínidos bípedos anteriores es fundamental para entender de dónde venimos. Cuando este hallazgo se coloca al lado de otros fósiles provenientes de la misma zona en Etiopía, pareciera mostrar una sucesión evolutiva entre especies anteriores y posteriores. "Lo que realmente importa de esta secuencia en Etiopía es el hecho de que el anamensis está en medio de dos grupos de homínidos", afirmó White. En términos cronológicos y anatómicos, el Australopithecus anamensis se encuentra entre una especie de aproximadamente cuatro millones de años de antigüedad, el Ardipithecus ramidus, y de otra posterior, el Australopithecus afarensis, de tres millones de años. Si bien los investigadores reconocen que el conocimiento del anamensis no es nuevo, explican: "Ésta es la primera vez que se demuestra que estas tres especies se ubican de una manera sucesiva en el tiempo, en un mismo lugar".
Teorías:
Una de las explicaciones es que una especie derivó en otra, en lo que se conoce como evolución filética. Otras es que el Australopithecus apareció en principio como parte del Ardipithecus. En este esquema, ambos grupos habrían coexistido por un tiempo antes de que la madre de las especies desapareciera. Pero ninguna de los tres tipos de individuos encontrados en Etiopía se solapan. "Creo que se podría argumentar que la evidencia circunstancial basada en la geografía y el hábitat es la de la evolución filética, el paso de una especie a otra, y lo que estamos estudiando aquí es la génesis de esa segunda etapa en la evolución humana, la génesis del Australopithecus", comentó White. Sin embargo, el especialista añadió que por el momento no se descartaba una hipótesis alternativa. "Los espacios en blanco (de esta cadena evolutiva) no se llenan completamente; tu llenas uno grande y creas dos pequeños", añadió White.
Descubrimientos:
Entre los fósiles hallados también se encuentra el colmillo homínido más grande encontrado hasta el momento, y huesos de las manos y los pies. En la excavación también se descubrieron los restos de cerdos, monos y gatos de gran tamaño. El Australopithecus anamensis tiene una capa más gruesa de esmalte en sus dientes que el Ardipithecus, lo cual sugiere que el homínido posterior se estaba adaptando a una dieta de raíces más abrasivas. Para muchas especies, éste era un alimento alternativo cuando los recursos eran escasos. Se desconocen, sin embargo, las causas del cambio en los hábitos alimentario
Información recopilada por: Laura.